Acercamiento a la muerte

¿Cuál es nuestro destino al desencarnar?

Es una de las preguntas que con mayor frecuencia nos hacemos. ¿Qué pasa después?. ¿Hacia dónde vamos?. ¿O no queda nada de nosotros?. Nos deshacemos, como ocurre con nuestro cuerpo, que se desintegra confuniéndose con la tierra o se hace cenizas en el crematorio.
Pero lo que llamamos alma, ¿qué pasa con ella?. Con nuestros sentimientos, amores, pasiones, emociones, experiencia y trabajo de vida.¿Qué hay de ellos?
Si nos morimos y todo lo que sentimos y vivimos e hicimos muere con nosotros. ¿Qué sentido tiene la vida?.En definitiva ¿Qué es?. ¿Qué somos?.
Para vivir, crecer, reproducirse y morir y un recuerdo para alguien que nos haya querido. O una obra literaria, científica, etc , dejándola como legado para la humanidad. ¿Sólo para eso, para eso venimos a este mundo, para ser un recuerdo más, entre miles de recuerdos? Porque de ser así dejamos de ser personas para convertirnos en "Recuerdos".
No, a mí, no me parece que sea así de simple. Creo que este proceso es mucho más complejo. Lo veo como una enorme tela de araña en la que nos conectamos con nosotros mismos, con nuestras energías y con otras.
No creo que al morir nos insertemos en esta red cósmica y nos quedemos estáticos, pero sí que toda esa red forma el Karma Universal.
Pero, eso es otro tema que tocaré más adelante, me interesa ahora reflexionar el nuevo destino que tendrá el alma desencarnada.
En una oportunidad tuve un sueño. Me hallaba caminando por un lugar que no podía definir con precisión. El ambiente era gris, denso, como si nubes de tormenta me rodearan. Llevaba puesto un impermeable y no veía con claridad por donde andaba, hasta que la neblina empezó a abrirse y vi aparecer a mi lado una ligustrina. Al llegar al final de esta, un hombre alto vestido de negro me indicó que lo siguiera.
Así lo hice y me llevó frente a una grada en la que muchas personas estaban sentadas. Con la mirada perdida, la boca semi abierta y sin dientes, gemían, y se quejaban por algún pesar, que yo desconocía.
El hombre me enfrentó y me dijo: "Ellos recién llegan y están perdidos", más tarde se pondrán mejor. Recuerdo que en el sueño sentía una gran pena por todas aquellas personas que estaban inconscientes y parecían no tener voluntad.
Le pregunté al hombre, que podía yo hacer por ellas, y me respondió, que nada, que esa no era mi tarea, y que no me preocupara. Luego me dijo que ya me tenía que retirar y gentilmente me acompañó junto a la ligustrina. Se despidió y me aclaró que cuando deseara volver, no olvidara llevar puesto el impermeable y que siempre lo buscara a él.
Lo último que recuerdo es que retomaba el mismo camino que al entrar e inmediatamente desperté.
Fue un sueño muy revelador y lo tuve cuando tenía tan sólo veintidós años. En ese momento no lo comprendí, ni tampoco le di más importancia que la de un sueño. Pero jamás lo olvidé. Nunca.
Años más tarde, tuve otro sueño similar. En este entraba a una sala muy grande y muchas personas se avalanzaban sobre mi. Eran rostros parecidos a los del sueño anterior. Una intensa compasión me invadía, cuando los veía adelantarse con los brazos extendidos,queriendo tocarme y sobre todo hablarme, decirme algo que no podía escuchar con claridad. Eran muchos, y su manos rozaban mi rostro. Los veía llorar, gemir. Pero estaban felices al verme, yo lo sabía. De pronto otras personas a las que no les veía la cara, los apartaban y se los llevaban a otro lugar.
Cuando desperté recé, oré, con el Padre Nuestro, que es la única oración que conozco y con otras que inventé en ese momento y pedí por esas almas. Estaban solas, y sufrían y querían comunicarse.
También aprendí que la única forma de poder comprender el dolor de otra alma es con mucho amor y compasión. Dos ingredientes indispensables, sin necesidad de nada más.
Estoy segura que al desencarnar tomamos un rumbo o rumbos diferentes. Me baso en mi instinto y experiencia.